De un aire sereno
Impregnado lo diáfano,
Y en la entrada los labios
Y en las nubes los ríos
A las pupilas se abrazan
La tierra y las huellas
De un rumbo abrigado
De verde y clamor
La montaña acaricia
El celeste dormido
En el canto sumiso
De la brisa y el nido.
El paisaje en su quietud
Salpicado de humildes moradas
Se acrecienta en vida;
Artesanía y montaña.
Y en una copla se ensancha
Una lágrima hermosa
Que un niño canta,
Que un niño adorna,
Adornando el amor,
La piedra y la cima
El mustio cardón,
El sol que derriba
El recio calor,
El claro color,
Del paraíso tallado
En el lecho de Dios.
Facundo Jesús Nuñez
Humahuaca 16/10/08
martes, 18 de noviembre de 2008
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